jueves, 2 de octubre de 2014

La ruta de la corrupción

La corrupción en México es una práctica que fue institucionalizada hace varias décadas por el sistema político que imperaba en aquel tiempo en que  existía  un partido hegemónico de estado. Posteriormente con la voluntad política del entonces Presidente Ernesto Zedillo Ponce  de León se concretó una reforma política que permitió por primera vez en el México contemporáneo, la alternancia política de manera pacífica, por la vía electoral. A partir de ese momento los mexicanos pensamos que empezábamos a transitar por el camino del exterminio de la corrupción.

En el año 2002 Jalisco fue nota en el panorama nacional al crear la primera ley de transparencia en el país, esa ley de vanguardia sirvió para que en cascada, la federación y entidades federativas, promulgaran sus respectivas normas de transparencia, el objetivo fundamental era convertir en vitrinas de cristal a los entes públicos, que los ciudadanos supiéramos de manera puntual en que se gasta nuestro dinero recaudado en impuestos,  ver los procedimientos y el desempeño de los servidores públicos, es decir, de lo que se trataba era de poner un alto a los abusos de nuestros gobernantes, tan solo por poner un ejemplo, el toalla gate.
A partir de la ríspida transición del ejecutivo federal en el 2006, empezó a haber un retroceso en las leyes de transparencia, las reformas promovidas a la mayoría de las   leyes de trasparencia por lo general eran de carácter regresivo,   era como si la clase política se hubiera puesto de acuerdo para propiciar actos de impunidad y que la ley no permitiera su exhibición pública.
En ese orden de ideas la reflexión debe de ser hacia dónde vamos con esta clase gobernante que no está dispuesta a renunciar a sus privilegios, con nuestros legisladores que en muchas ocasiones actúan por consigna aun en contra de los intereses de la nación y de su población, con  los partidos políticos que  en lo oscuro acuerdan  para sus intereses  de cúpula y a manera de engaño montan un circo mediático, y con diferentes características  entre nuestros políticos, tales como demagogia, intransigencia, lambisconería y cabilderismo.  
El problema es que los ciudadanos hemos permitido y solapado estos males, ojala y como sociedad hagamos conciencia con madurez, que cambiemos la apatía por participación responsable, porque el destino del país es responsabilidad de todos, no solamente de nuestra clase política irresponsable.    
  

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